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martes, 5 de junio de 2012

La isla de mierda


- ¿Conoces la historia de los monos de la isla de mierda? -le pregunté a Noboru Wataya 
Negó con la cabeza, sin ningún signo de interés. 
- No la conozco 
- En algún lugar lejano había una isla de mierda. No tenía nombre. No valía la pena ponerle ninguno. Era una isla de mierda con forma de mierda. Allí crecían palmeras con forma de mierda. Y las palmeras daban cocos que olían a mierda. Pero allí vivían monos de mierda que adoraban los cocos que olían a mierda. Y cagaban mierda de mierda. La mierda caía al suelo, aumentaba la capa de mierda y las palmeras de mierda que allí crecían eran cada vez más de mierda. Un círculo vicioso. -Me bebí el resto del café-. Mirándote, me he acordado de la historia de la isla de mierda -le dije a Noboru Wataya-. A lo que me refiero es que hay un tipo de mierda, un tipo de podredumbre, cierta tenebrosidad que se autoalimenta y, formando un círculo vicioso, crece con celeridad. Cuando se sobrepasa cierto punto, nadie lo puede detener. Ni siquiera la persona interesada. ¿Está claro? Sé muy bien qué tipo de persona eres. Dices que soy basura y piedras. Y piensas que podrías hundirme en un segundo con tal de que te lo propusieras. Pero las cosas no son tan simples [...]. Tal vez yo sea un don nadie, pero no soy un saco de arena. Soy un ser vivo. Y, si me golpean, devuelvo el golpe. Quiero que aprendas esto de una vez por todas. 
 

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami. 

2 comentarios:

Javier dijo...

Desconcertante. Supongo que en su contexto es diferente.

Unknown dijo...

BUSCA ALGO PRODUCTIVO QUE HACER EN TU VIDA