Estas últimas semanas, casi como una alineación de los planetas, el país está convulsionado porque van a tener lugar cuatro enfrentamientos deportivos entre los rivales más acérrimos: el Barça y el Madrid. Las calles se vacían, los bares se llenan, las conversaciones se tornan monotemáticas, los aficionados se inflan de orgullo y competitividad. La gente se apasiona. Pero yo, desde mi silla, contemplo esto con estupor.
¿Cómo es posible que estemos viviendo una crisis de tal magnitud, que haya millones de parados, que haya revueltas populares a lo largo y ancho del globo, que una guerra se esté desatando en Libia, que sólo programen basura en la televisión y que la gente sólo desate su pasión y se manifieste y acuda en masa cuando 22 señores se pongan a dar patadas a un balón? Y creemos que somos más evolucionados que aquellos ciudadanos de Roma que se reunían eufóricos en el circo para ver como un león se jalaba a un cristiano.
A veces creo que lo han conseguido, que la idiocracia en la que vivimos ha logrado su fin: dormirnos con nanas, desencantarnos y hacer que reivindiquemos y luchemos sólo cuando un tío al que inmerecidamente le pagan miles de millones salta al campo de juego. Y eso me produce una tristeza inmensa.
3 comentarios:
200 niños objetos de abusos sexuales en Benghazi. Levantamiento masivo en Tobruk y Bengazi contra los rebeldes. Ver en:
http://aims.selfip.org/~alKvc74FbC8z2llzuHa9/default_libia.htm
dios, me encanta, tienes mucha razón...sigue escribiendo así guapa, un beso :)
Gracias por leerme, Mariola. A veces pienso que escribo al vacío (lo cual no le quita importancia) pero cuando veo comentarios como los tuyos me animo a seguir.
Besos.
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