Hace dos horas que me subí a este autobús y lo único que hago es pensar en ti. Me dejo arrastrar por las gotas de lluvia que poco a poco pueblan el cristal e intento aferrarme a este vacío que dejaste en el centro de mi caja torácica. Me repito a mí misma que no es justo porque, teníamos tanto que perder, asumimos tantos riesgos, que creí que al menos obtendría una gran historia, algo más que esta columna de humo que ocultó cuatro o cinco encuentros nerviosos y desesperados.
Pero todo eso ya es pasado, lo sé. Disfruto de esta melancolía porque sé que en cuanto me baje de este autobús y ponga un pie en Madrid quemaré todos los puentes que me unen a ti y desaparecerás para siempre. Estoy dispuesta a recuperar mi vida y tal vez dentro de poco me sorprenda a mí misma no soñando contigo, y tu nombre ya no me pondrá la piel la gallina.
Diría que ha sido un placer pero estaría mintiendo, así que sólo te diré adiós. Aunque ni siquiera te molestes en darte cuenta de que me he ido.
3 comentarios:
Dios, me encanta la entrada, y como escribes. te sigo pero ya! &gracias por pasarte por mi blog, yo pasaré a menudo a visitarte :) ánimo & besos
Gracias Maria del Mar por tu comentario, yo también me pasaré por tu blog a menudo (lo sigo desde hace tiempo) porque me gusta lo que escribes, es más, me suelo sentir muy identificada con tus textos.
Un beso.
Esta es una de mis entradas preferidas :)Al igual que comentaste antes en mi blog,a mi me pasa lo mismo con tu texto,parece hablar de mí.Y es verdad,cómo tu dijiste también,en cierto modo a veces es un alivio saber que hay personas que se sienten exactamente igual que tú,que no estás "solo". Un beso.
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