Si hay algo que me molesta profundamente es que algo o alguien me perturbe el sueño. No puedo evitarlo. Concibo el dormir como uno de los placeres de la vida más exquisito y el insomnio, por ejemplo, para mí sería el peor de los castigos. Por eso estoy bastante molesta. Porque una persona lleva colándose en mi mundo onírico cinco días consecutivos. Es un cobarde, porque aprovecha la situación y, sabiendo que no tengo control sobre mi subconsciente, rellena mi mente con su presencia. Seguro que lo hace con conocimiento de causa. Seguro que sabe que, durante el día, no hago más que alejar su imagen de mis pensamientos y lo expulso vilmente y sin miramientos de ningún tipo. Y seguro que piensa con una sonrisa maléfica, de esas de malo de película: “¿Te crees muy lista por no pensar en mí? Sí, tú sigue creyendo que eres inmune a mis encantos, ya veremos lo que pasa cuando llegue la noche…”. Y se frotará las manos cuando acabe la frase. Pues ya está bien. Déjame en paz, por Dios te lo pido. Devuélveme mis sueños inconexos y sin sentido, por favor. Desaparece. O, bueno, no desaparezcas de mis sueños pero muéstrate también cuando estoy despierta.
Seguidores
jueves, 2 de junio de 2011
Los sueños, sueños son
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Buenísimo :)
Me e enamorado de tus textos :)
Un besote :D
Mery!
Muchas gracias a las dos (Mar, ya te considero una habitual) por pasaros por aquí y, sobre todo, por tomaros la molestia de dejar un comentario.
Un beso.
Publicar un comentario