Poco a poco, minuto a minuto, puedo sentir como voy desapareciendo. El jueves fui a calzarme y descubrí como mi pie derecho había comenzado a desvanecerse. Sospecho que un día, dentro de poco, me miraré al espejo y la imagen que me devolverá será la de los azulejos amarillentos que se ven a través de la cortina de la ducha, pero no habrá rastro de mí. Los transeúntes lo intuyen, por eso, en una especie de conspiración para mi conversión en transparencia, ni siquiera me devuelven la mirada en el autobús.
1 comentario:
Creo que sentirse invisible es horriblee. . . es por experiencia
Publicar un comentario